En el artículo anterior nos
planteábamos el momento en que debemos dejar una actividad. Tenemos a Pedrito, mi
hijo, al que últimamente la natación se le ha atragantado. Y nosotros, como "Super-padres" que somos, tenemos que tomar una
decisión sobre, si le permitimos abandonar o no. Hice una análisis sobre los factores más relevantes a
considerar, a la hora de decidir si nos conviene abandonar un proyecto e
invertir nuestro esfuerzo y tiempo en otra cosa o proseguir con nuestro empeño
en la tarea que nos habíamos propuesto.
La semana anterior nos
ocupamos de factores externos; en función de los objetivos propuestos, nivel de
consecución, de los sistemas de aprendizaje, de la adaptación al entorno. Pero
¿Qué pasa con nuestro interior? Nuestra decisión está ahí dentro y la
evaluación va ha ser fundamentalmente subjetiva, ¿Cuándo una actividad pasa de
ser un reto saludable a una situación estresante (en el peor sentido de la
palabra) de la que debemos huir? El condicionar
una situación de forma positiva o negativa, es un proceso de aprendizaje, que
ocurre a lo largo del tiempo y la evaluación de la misma cambia de un día para
otro. De no ser que te encuentres un león en el baño. Un condicionamiento
filogenético instantáneo, aunque también lo podemos desaprender.
Así que nos encontramos ante la
evaluación de un proceso y para tal objetivo, tenemos que medir, medir a lo
largo del tiempo, en los diferentes días en los que se practique la tarea. Esto no lo hace nadie, pero sería
lo ideal. Cada día al terminar la natación, podemos preguntar a nuestro
hijo su nivel de satisfacción, del uno al diez por ejemplo y marcarlo en una
gráfica, así veremos la proyección del proceso. Si es un proceso virtuoso, cada
día mejor, si es estable, o si es vicioso, cada día la satisfacción es menor. Pero
lamentablemente no lo hacemos y nos
damos cuenta muy tarde de la situación, cuando ya las respuestas son muy
negativas y comienzan a estar condicionadas, aprendidas.
Tenemos cuatro tipos de respuestas negativas
que da nuestro organismo ante las situaciones, es importante saber
identificarlas en nuestro interior, ser conscientes de ellas. ¿A cuántos les a petao el corazón
pensando que su "vida era normal"?
-Cognitivas, o pensamientos. "Hoy
no he nadado bien, he llegado el último, que pensarán de mi, esto no es para
mí. No lo voy a conseguir". Pueden tener
diferente nivel de consciencia, estar más automatizadas o menos.
-Emocionales: sentir nervios,
ansiedad, miedo al ridículo, tristeza, indefensión.
-Biológicas: aumento frecuencia
cardíaca, respiración, secreción de neurotransmisores (adrenalina, cortisol)
Dolor físico por el sobreesfuerzo.
-Conductuales: Llanto, huida. ¿Quién se esconde bajo la cama
para no ir al dentista?
Pero todas ellas son respuestas normales si se dan puntualmente: Un día que ha sido especialmente duro, que
no has conseguido tus objetivos. Son
respuestas adaptativas, pensadas para superar un reto, resolver un problema.
Respuestas muy positivas, para aprender a manejar y superar emociones y
pensamientos negativos. Si no experimentamos con ellos, especialmente de
niños, nunca aprenderemos a superar las frustraciones y los miedos que nos
deparará la vida. Esto es Inteligencia
emocional, no estar siempre contento y optimista. La tristeza es útil. ¿Entonces seguimos putenando a Pedrito, no? ¡Vamos a criar un espartano!
Para juzgar si las respuestas
son preocupantes, si debe saltar nuestra alarma e intervenir, tenemos que tener
en cuenta cuatro condiciones:
-Tener en cuenta la trayectoria del
proceso de aprendizaje, como he indicado anteriormente: Si es positiva, neutra
o negativa.
-¿Se producen las respuestas
negativas anticipadamente a la actividad a realizar? ¿En qué grado?
-¿Son incapacitantes? ¿Te
impiden realizar la tarea (evitación) o reducen tu rendimiento?
-¿Durante cuánto tiempo se llevan
produciendo? ¿Siempre que realizas la actividad? ¿Cuándo no se producen? ¿Cuánto
tiempo llevas con estas respuestas negativas? ¿Se generalizan a otras
situaciones, a otras actividades?
En el caso de Pedrito, tengo que anunciaros que
tristemente, ha dejado su "dilatada vida deportiva", tras meses de
éxitos y después varias medallas de cartulina en los diferentes estilos; a
abandonado la natación, al menos de momento. El factor fundamental ha sido
que la experiencia se había convertido en algo desagradable, en los últimos dos
meses sus respuestas eran muy negativas, llantos, enfados, negociaciones
interminables y el objetivo a alcanzar tampoco es muy relevante para su vida
cotidiana. Así que de momento
nos encontramos sin espartano, solamente con un ateniense flojucho, al menos en
este ámbito. Los padres, sí que somos flojuchos.
Tantas cosas que aprender, y en la
vida no hay tiempo para todo. Elegid.
Muchas gracias a todos por
vuestra atención, si os ha gustado compartidlo y cualquier duda o sugerencia
será bienvenida, aquí en el blog o conectad conmigo en las principales redes,
sois todos bienvenidos.
Muchos retos y mucha suerte.
La primera parte del artículo: ¿Cuándo
abandonar un proyecto? 1ª parte.
El enigma de
la foto.
Este es un juego que os propongo con cada post, cada artículo tiene una foto
(la primera de todas) y os pido una interpretación, la que se os ocurra,
nada está bien o mal, nada es correcto ni incorrecto, y en el siguiente
artículo os cuento por qué razón la he puesto y cuál es mi interpretación. Esta
es la foto del artículo anterior: ¿Cuándo abandonar un proyecto? 1ª Parte.
La fuente de Daroca
con sus veinte caños simula la cantidad de factores que intervienen a la hora
de tomar una decisión, tanto externos como internos. Me viene a la cabeza la
frase "la gota que colmó el vaso" como multitud de pequeños factores
se van acumulando hasta que un pequeño acontecimiento más, hace que toda la
situación cambie de significado y tomemos una decisión contraria a la que
estábamos realizando.
¿Qué os sugiere al de
esta semana? Una barquita en las Tablas de Daimiel.