La semana pasada comencé
hablando sobre La Orientación al Aprendizaje en su dimensión individual, pero
es una actitud de una importancia social fundamental, por lo que esta semana la
dedico a la presencia de esta actitud
en las organizaciones, en las empresas, en
las entidades sociales.
-Durante
la infancia (0-6 años) estamos totalmente orientados hacia el aprendizaje y
nuestra herramienta fundamental es el juego, tanto físico como simbólico.
Nuestra curiosidad es extrema tenemos todos nuestros mapas cognitivos vacios y
una predisposición genética por aprender
y comprender lo que nos rodea. No tenemos prejuicios, nuestros esquemas
mentales son provisionales, centrados en el aprendizaje del yo y mi mundo. En
esta etapa los niños se caracterizan por preguntarlo
TODO. Aunque estas preguntas tienen dos funciones fundamentales, por una
parte el aprender, pero también el deleite por la atención despertada. Tal vez la
dependencia por la atención que tienen los niños, sea una herramienta para
potenciar el aprendizaje...
-A
partir de los 6, entramos en la pre-adolescencia el "querer aprender"
comienza a estar modulado por "los
otros" El niño se hace consciente de que es un ser social, comienza a
sentirse evaluado, a sentir vergüenza y culpa. Lo que más le interesa
aprender es todo lo relativo a las
relaciones interpersonales, su cultura y su "yo social". Comienza a
sentir la influencia de los otros, la presión social. La orientación al aprender se ve mediatizada por la deseabilidad
social. Por lo que si nos encontramos en ámbitos positivos hacia el
aprendizaje asimilaremos esta actitud como positiva y lo contrario; si estamos
en ambientes estúpidos.
Aunque
no es todo o nada, sino más bien una atención selectiva hacia determinados
aprendizajes. Nuestro grupo de iguales puede potenciar el aprendizaje
psicomotriz, (jugar al futbol) y censurar el aprendizaje escolar (preguntar en
clase puede comenzar a ser un problema) Por lo que podemos determinar que hay
entornos que lo facilitan y otros que entorpecen determinados aprendizajes. Si
podemos, debemos elegir nuestro entorno, -Si no te gusta la playa, ve a vivir a
la montaña-. Si no estamos adaptados a nuestro entorno puede que
tengamos problemas.
-¿Quien no se ha
mordido la lengua para no "parecer tonto"?
-"Ya está el
cansino de Gutiérrez con sus preguntitas..."
Generalmente
tiene más problemas una persona orientada al aprendizaje en una organización
estúpida y conservadora, que un estúpido en una organización orientada al
aprendizaje. Pues el primero va a chocar contra el sistema tarde o temprano.
Mientras que al segundo le dejan tranquilo en su parcela y pasa desapercibido.
También se puede aprender que en esta empresa, no hay que aprender cosas
nuevas, solamente hacer lo de siempre.
Las
empresas, organizaciones, estados, generalmente son entidades que no están
orientadas al aprendizaje. Hacen lo que hacen hasta que mueren o les fuerzan al
cambio. Y en medio de La Revolución Digital y Social en la que estamos
inmersos, muchas de ellas van a morir y están muriendo si no abren los ojos hacia el aprendizaje continuo.
Lo
bueno de las actitudes, es que son
conscientes y las podemos elegir, tanto individualmente, como a nivel
empresarial. Podemos explicitar que es lo que buscamos. Activar protocolos de
actuación, sistemas de interacción, estilos de mando, que nos conduzcan a
nuestro objetivo. Crear cultura
empresarial orientada al aprendizaje.
Existen
tres niveles de intervención. Utilizaremos a Google como empresa para que se
comprenda mejor.
-A nivel individual. Potenciar la
autonomía personal. Google permite que sus trabajadores dediquen el 20% de su
tiempo, un día de cada 5 al desarrollo de proyectos personales. Imagino que dentro
de su profesión.
-Sistemas de interacción y comunicación.
En Google es muy fácil cambiar de grupo de trabajo, intranet transparente,
cualquier trabajador puede acceder a las herramientas de la empresa, reuniones
técnicas.
-Organización del poder, cultura empresarial.
Los mandos animan a que se comparta información, a que se innove continuamente,
a la "tormenta de ideas". Son facilitadores, dinamizadores del
proceso.
Una empresa, una sociedad
inteligente, debe tener una doble misión: aumentar las posibilidades de
desarrollo de la misma y el aumento de las posibilidades de cada uno de sus
partícipes. ¡Dios mío, una valoración ética! Y encima genera compromiso, sentido, engagement,
incluso dinero... ¿A alguien le suena la economía del bien común?
Un libro: La inteligencia fracasada. José Antonio Marina. Ed. Anagrama. 2004
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