Este
fin de semana, he visto la película, Una
mente maravillosa, inspirada en la vida de John Nash, un melodrama sobre el Premio Nobel de economía, paranoide esquizofrénico; el señor, no el premio. No está mal como película, muy dulcecica como
les gusta a algunos. La traigo a colación por un fenómeno que describe, muy ilustrativo para el tema que nos ocupa.
El tal
John tiene un gran amigo de la universidad, además como es un genio, lo busca el jefe supremo de la Agencia de Inteligencia más Inteligente de la Inteligencia Mundial,
para que descifre claves rusas y también sale una niña, que no sé quién es, porque seguramente mis hijos
reclamaron mi atención para alguno de sus dramas vitales. Estos
personajes al principio parece que son parte de la trama, pero resulta que en
realidad son alucinaciones del paranoico.
-Vamos a lo que importa; al final
cuando se da cuenta de su enfermedad, y la tiene controlada, decide consciente y voluntariamente ignorarlos, quitándoles así su
poder. Pero éstos siguen ahí, siempre le acompañan como tristes fantasmas
impotentes.
-Tengo
que daros una mala noticia: Esto nos
sucede a todos, todos tenemos nuestras alucinaciones, nuestras creencias,
nuestros pensamientos tóxicos que nos llevan por "el camino de la amargura". Es que soy torpe... Me debes respeto, que soy tu
padre... Me tendrían que hacer más caso...
YO NO
SOY MI PENSAMIENTO pero el pensamiento me construye y construye la realidad
donde vivo. Elijamos bien lo que
pensamos e ignoremos los fantasmas que nos perjudican. Qué fácil de decir, los psicólogos,
siempre diciendo que hay que ser feliz...
El ser
humano tiene la capacidad de ser actor y observador de sí mismo. Cuando estamos
actuando, pensando, podemos tomar distancia de nosotros mismos y ver el
contenido de nuestros pensamientos, de nuestros sentimientos y lo más
importante manejar nuestra atención
para resaltar unos u otros en tiempo real.
Un ejercicio que no solamente podemos hacerlo en el momento, sino que
también podemos revivir la situación y hacerlo a posteriori. Esto último
generalmente lo hacemos para justificar nuestra actuación y reafirmarnos en
nuestra forma de pensar, perdiendo una oportunidad de oro para aprender a no
caer en los mismos errores. Tuve
que contestarle así, porque es medio tonto... Y te quedas más ancho que largo.
Es un
ejercicio fácil de hacer, el problema es que no nos acordamos nunca de hacerlo.
Cuanto más practiquemos, más fácil nos resultará. Es como hacer cualquier
deporte, es una gimnasia mental. Primero podemos practicar con situaciones que
conocemos. -¿Por qué ayer no me podía
dormir? ¿Qué pensaba? ¿Qué sentía? -Comencé
a pensar en la oferta de trabajo que me presenté.... (una cascada de
pensamientos improductivos, activación, ansiedad...insomnio...) A que mola, regodearse en la
mierda... La preocupación sin acción no sirve de nada.
Nuestro
objetivo es identificar pensamientos. Después juzgaremos cuales han sido los
causantes de nuestra pequeña o gran crisis. Una vez identificados la próxima vez que
aparezcan estaremos preparados para detenerlos y, dirigir nuestra atención
hacia otros más productivos, y así detener la cadena de acontecimientos. Hombre un poco de sexo nunca viene
mal, por ejemplo.
Seguramente
puede ser que unas veces lo consigas y otras no pero cada vez será más fácil. "Todos tenemos nuestros demonios, los
conocemos y generalmente sabemos cómo manejarlos, hazlo, o se apoderarán de ti."
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