El espíritu de los tiempos o como decía Hegel (Zeitgeits) es como el aire, no tiene color, sabor, ni olor, nos inunda, lo respiramos y en raras ocasiones lo percibimos, pero debemos estar atentos pues en ocasiones es tóxico.
-Debes ser positivo, optimista, alegre, siempre contento, siempre sonriendo, "Las tele-operadoras deben sonreír constantemente ya que los clientes detectan esta actitud al otro lado de la línea telefónica"
-Somos la cultura de la acción, de la velocidad, del zapping, de surfear por la red, del progreso indefinido, del estrés, de la cocaína, del infarto... Es raro que una persona lea un artículo en internet de más de diez líneas. Lo que triunfa son las frases motivacionales; "Just do it" y los cartelitos simpáticos.
Las emociones y sentimientos son herramientas evolutivas que la humanidad ha utilizado durante miles de años para la adaptación al medio, tanto físico, como psicológico y social, por lo tanto no se pueden calificar como positivas o negativas, buenas o malas sin tener en cuenta la situación en la que se encuentra inmersa la persona. La tristeza es el sentimiento negativo por antonomasia, nadie quiere estar triste, "debemos huir a toda costa de la tristeza"; al menos es lo que demanda la sociedad actual.
Pero según la selección natural, si existe la emoción, es porque es útil a la especie y por lo tanto cumple sus funciones. La tristeza tiene una dimensión social y otra personal.
-Socialmente induce a la cohesión grupal, a la conducta de ayuda entre los pertenecientes al grupo. También es la base de la compasión, ¿Dónde estaría nuestra sociedad sin la capacidad de comprender la tristeza y el dolor del otro?
-A nivel personal, es una emoción reflexiva, nos induce a focalizar nuestro interior. Dejamos de interesarnos por el exterior y nos centramos en nuestra vida mental. Nos ayuda en la asimilación de pérdidas tanto físicas como simbólicas, (El proceso de duelo y sus fases es bien conocido por la psicología, se da siempre que se produce la pérdida de algo significativo para la persona, desde alguien cercano, hasta la pérdida del trabajo) Permite realizar un trabajo mental muy importante que es la aceptación de la pérdida y el manejo de la frustración que conllevan. Nos permite realizar una reestructuración cognitiva que nos ayuda a enfrentarnos a los problemas con más flexibilidad.
La paz que se siente tras un buen berrinche es como una limpieza, una catarsis tanto mental como física. Tras la tormenta, una calma serena y limpia que nos ayuda a pensar con un punto de vista totalmente diferente.
Si nos negamos a estar tristes, nos será imposible hacer esta reconstrucción mental, nos negamos a un aprendizaje vital que nos muestra nuevas herramientas, valores y actitudes que nos ayudan a tener una vida más completa y feliz. Es como un drogadicto que se chuta por miedo a ver la realidad, pues piensa que es horrible; siendo en verdad maravillosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario